El acero, embajador de la economía circular

La producción de acero se remonta a varios miles de años. Al mismo tiempo que nuestros antepasados empezaron a utilizarlo, también comenzaron a reciclarlo. En otras palabras: el acero se recicla desde hace milenios.

En la actualidad, a medida que crece la presión sobre unos recursos naturales cada vez mas limitados, los programas de I+D siguen investigando métodos más eficaces para recuperar toda clase de metales y aleaciones. Sin embargo, cada día se sigue produciendo acero nuevo a partir de acero usado.

 

El reciclaje del acero usado —en sus múltiples formas— es un proceso metalúrgico corriente dentro de la producción de nuevo acero. De esta forma, la lata de comida que reciclamos hoy se convierte mañana en acero para trenes o coches, o para construir rascacielos.  

 

Los procesos de reciclaje están en continua mejora, lo cual ha impulsado las tasas de reciclaje de los envases de acero de forma considerable durante los últimos años: en Europa, los envases de acero alcanzaron una tasa de reciclaje récord de 76 % durante el año 2014, y este porcentaje sigue creciendo (APEAL, 2016).

 

Hoy en día no cabe ninguna duda sobre la sostenibilidad económica del reciclaje del acero. No obstante, se trata de un proceso tan cotidiano y consolidado que es fácil olvidar la gran importancia del reciclaje de este material para solventar los grandes retos medioambientales a los que se enfrenta el mundo hoy en día.

 

Las evaluaciones de ciclo de vida (ECV) medioambiental de los productos demuestran que el empleo de acero reciclado reduce considerablemente el consumo de energía y el impacto medioambiental de los contaminantes; en concreto, en un factor de cinco (Classen et al., 2007) en comparación con el uso de acero nuevo.

 

A escala global, esta reducción del consumo energético y de las emisiones derivada del reciclaje del acero resulta muy significativa. No obstante, las ventajas no se limitan a la economía o el medioambiente.

El tercer pilar del desarrollo sostenible, la sociedad, también se beneficia del reciclaje del acero. El impacto social de los productos evaluados mediante “ECV sociales” presenta importantes diferencias de un país a otro (Franze, 2011). En la Unión Europea, el acero se recicla principalmente empleando tecnologías limpias sujetas a estrictas normas de seguridad e higiene industrial. Por el contrario, la extracción del mineral, que normalmente se produce en países en desarrollo, conlleva un mayor riesgo de repercusiones negativas sobre el medioambiente y la salud de los trabajadores.

 

Estas no son las únicas razones por las que tiene sentido reciclar el acero. El acero se reutiliza, se funde y se remodela desde hace miles de años no solo porque es más fácil, limpio y económico, sino también porque el hierro y los demás metales que se emplean para producirlo poseen propiedades químicas y físicas inherentes que no se alteran cuando se reciclan. Esto es importante porque, teóricamente se puede producir acero nuevo sin aportar ningún material virgen.

 

Por este motivo, los actores del sector europeo de envases metálicos han clasificado el acero como “material permanente”. El interés por los materiales permanentes ha crecido en paralelo al desarrollo argumental de la economía circular.

 

No obstante, en una economía circular, el uso de materiales permanentes no solo guarda relación con sus propiedades.  

 

Esa es la razón por la que Carbotech AG ha desarrollado el “Concepto de los materiales permanentes” (CPeM): un enfoque diseñado para tener en cuenta tanto las propiedades del material como su gestión responsable en cada aplicación.

La idea es que una determinada aplicación de un material cumple el CPeM si el material mantiene unas propiedades definidas y se garantiza su gestión responsable:

 

  1. cuando tras el uso y reciclaje del material existe una aplicación técnicamente disponible para ese material,
  2. cuando el reciclaje del material ofrece un valor añadido al desarrollo sostenible.

 

Si se cumplen estas condiciones, la aplicación tiene el potencial perfecto para emplearse en ciclos técnicos cerrados, dentro de una economía circular.

 

Desde un punto de vista químico, las propiedades naturales de un metal no se alteran aunque se recicle repetidamente para crear nuevos productos. Pero más allá de las propiedades fisicoquímicas, es esencial determinar si existen aplicaciones para el material después de su uso y reciclaje.

 

La gama de aplicaciones del hierro es especialmente amplia, pero algunas de ellas no se ajustan por completo al concepto de material permanente. En cambio, el acero para envases es un excelente ejemplo que sí se adapta a este concepto.

 

Algunos de los aceros que se utilizan para envases se revisten con estaño para protegerlos de la corrosión. Ambos metales se reciclan durante el proceso de ciclo cerrado y, en la actualidad, el estaño no influye en el reciclaje de los envases de acero porque se emplea en forma de capas muy finas, que se diluyen en una cantidad elevada de acero procedente de diversas aplicaciones. A medida que las prácticas de la economía circular se vuelven cada vez más comunes, el proceso de reciclaje del acero debe considerarse la mejor forma de mantener el “ciclo del estaño” y alcanzar el mayor beneficio medioambiental posible para ambos materiales (Kägi & Dinkel, 2015).

 

Además, existen posibilidades de mejorar más si cabe el índice de recuperación de los envases de acero, que en la actualidad se acerca al 80 %. Es inevitable que parte del material no llegue al sistema de recuperación una vez que el consumidor ha utilizado el contenido del envase. No obstante, si se mejoran las infraestructuras de recogida y crece el número de consumidores que reciclan los envases de acero, todavía es posible elevar aún más las tasas de reciclaje y recuperación. Con todo, hay una cuestión que sigue en el aire: ¿cómo se puede maximizar el valor ecológico añadido derivado de un mayor índice de reciclaje, teniendo en cuenta el impacto medioambiental que conlleva la recogida y el procesado de una mayor cantidad de material? En el caso del acero para envases, no hay que olvidar que, aunque se mezcle con otros desechos y se incinere con el resto de los residuos sólidos urbanos, aún se puede recuperar de las cenizas y ser reciclado.

 

Si miramos más allá del concepto de los materiales permanentes, vemos que las ventajas de los envases de acero para alimentos y bebidas no se limitan al reciclaje, sino que se extienden a lo largo de todo su ciclo de vida, sobre todo durante su periodo de uso.

 

Al fin y al cabo, la función esencial de los envases de acero consiste en proteger y preservar los alimentos y bebidas. Y, tal y como ponen de relieve los expertos en ECV de Carbotech, los efectos ecológicos relacionados con la conservación de los alimentos representan por sí mismos, por lo general, el 90 % o más del impacto de un producto. Los envases pueden incluso reducir el impacto medioambiental de los alimentos. Durante el invierno, por ejemplo, el impacto medioambiental de 1 kg de judías verdes cultivadas en un invernadero o importadas desde Egipto en avión es casi tres veces superior al de un 1 kg de judías verdes locales enlatadas.

 

Por lo tanto, las ventajas que plantea el uso del acero para envasar alimentos y bebidas son de amplio espectro: es un material permanente a condición de que se acompañe de una gestión responsable; tiene potencial para la economía circular y, cuando participan todas las partes afectadas, tiene un ciclo cerrado.

 

Para explotar todas las oportunidades que ofrece, los consumidores actuales deben separar y reciclar sus residuos, los investigadores deben seguir desarrollando tecnologías más precisas y sostenibles, y los políticos deben respaldar su uso, con la ayuda de los responsables de la toma de decisiones de la industria.

 

Autores: Dr. Fredy Dinkel y Flora Conte, expertos de la consultora medioambiental suiza Carbotech AG, especializada en evaluaciones medioambientales (como las ECV) y desarrolladores del Concepto de los materiales permanentes. Si desea más información: www.carbotech.ch.

 

APEAL Pelican. (2016, June). ALL-TIME HIGH FOR STEEL PACKAGING RECYCLING IN EUROPE – Nota de prensa.

Classen, M., Althaus, H.-J., Blaser, S., Tuchschmid, M., Jungbluth, N., Doka, G., et al. (2007). Life Cycle Inventories of Metals. Final report ecoinvent data v2.0. EMPA Dübendorf, Swiss Centre for Life Cycle Inventories.

Franze, J. (2011). Lca of an ecolabeled notebook – consideration of social and environmental. S.l.: Lulu Com.

Kägi, T., & Dinkel, F. (2015). LCA of tin plate recycling – Ecological comparison of tin plate recycling with and without detinning. En nombre de FERRO Recycling.

 

(Traducido del inglés)